El estudio del mosaico en Roma trata preferentemente de los suelos decorados en opus tessellatum, es decir, a base de teselas, unos cubos de forma más o menos regular, de medio centímetro a un centímetro y medio, aproximadamente, cortados a partir de materiales diversos. Estos materiales consistían por lo general en mármoles blancos, negros o de colores, y otras piedras y azulejos, pero a veces también se recurría al vidrio transparente y coloreado o bien al smalto (vidrio opaco), o a la cerámica. Para los detalles se cortaban teselas más pequeñas y de otras formas. Éstas se colocaban lo más juntas posible en un lecho de mortero fino, húmedo, sobre una base sólida. Cuando la capa de mortero se había secado, se rellenaban los intersticios entre las teselas con mortero fino líquido, y cuando éste se había secado, se procedía a limpiar y pulir el mosaico.
Los suelos de opus tessellatum con bordes y motivos en negro o en color sobre un fondo blanco, y que incorporan a veces una parte central policroma, es decir, un panel con figuras, nacieron en el mundo helenístico (posiblemente en Sicilla) en el siglo III a.C., y estaban fuertemente desarrollados antes del 100 a .C. Sin embargo, los mosaístas helenistas más hábiles e ingeniosos veían su arte como un medio de copiar o imitar la pintura; lo conseguían reduciendo el tamaño de las teselas hasta 4 mm , cúbicos o no (llegaban incluso a reducirlas hasta 1 mm cúbico), y empleando la variedad más amplia posible de mármoles de colores y de smalti. El resultado era el llamado opus vermiculatum, en cuyas manifestaciones más bellas los tonos tienen una gradación tan sutil como en la pintura; a veces se mezclaba incluso el color con la lechada, o se pintaba ésta para que su color se fundiese con el de las teselas.
HENIG,M: El arte romano. Destino. Barcelona. 1985, pp 134,135.
Foto Jose Luis Santos, Terraeantiqvae
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