Arco de Tito, siglo I d.C. Arte romano Imperio. 15,4m de altura. Foro romano. Mármol. |
Los arcos de triunfo constituyen, junto a las columnas monumentales, las dos construcciones más características de la arquitectura conmemorativa romana.
Los arcos de triunfo responden a una tradición que se remonta a la antigüedad, cuando el Senado romano los manda levantar para celebrar sus triunfos militares y las victorias de sus generales más famosos. Tenían además un sentido expiatorio, de ofrenda y purificación de las tropas por la sangre derramada, incluso por la del enemigo. La mayoría eran de carácter provisional y servían para potenciar escenográficamente a su paso el desfile de las tropas victoriosas. Posteriormente acabaron asumiendo un carácter conmemorativo, por lo que se empezaron a construir con intención de perdurabilidad, y por tanto con materiales nobles como el mármol o la piedra. Sabemos de la existencia de estos últimos ya en el S. II a.c., siendo su momento de mayor difusión toda la época imperial, pues cada emperador quiso inmoratlizar su liderazgo con uno. Tanto es así que las fuentes hablan de 36 arcos de triunfo en la roma imperial en el S. IV.
En la actualidad sólo se conservan los tres grandes dedicados a los emperadores Tito (S. I), Septimio Severo (S. III) y Constantino (S. IV), más el Arco Cuadrifonte, situado en el Foro Boario, de época constantiniana; y el Arco de los Plateros, mucho más modesto, de forma adintelada y levantado también en el Foro Boario por Septimio Severo en el 204, un año después de construirse el suyo del Foro.
De los arcos monumentales conservados el más antiguo es por tanto el de Tito. Conmemoraba las victorias de su titular frente a los judíos, cuando aún era lugarteniente de su padre, Vespasiano. No fue fácil aquella campaña y de ahí la satisfacción del triunfo que supuso el aplastamiento definitivo del nacionalismo judío, forzando su éxodo y acarreando la destrucción de Jerusalén y de su famoso Templo de Salomón, cuyo botín se traslada a Roma entre grandes festejos.
El arco se comenzó probablemente al poco de estos acontecimientos, por lo que se supone que aún viviría Vespasiano, aunque también se baraja la posibilidad de que se levantara ya en tiempos de Domiciano, hermano de Tito y su sucesor en el trono de Roma a la muerte de este en el año 81, después de su breve reinado de dos años. De hecho, Tito aparece en los relieves del arco deificado, lo que hace pensar que ya hubiera fallecido. En tal caso habría que retrasar la fecha que siempre se suele establecer para este arco del año del fallecimiento de Tito, el año 81. Como de todas formas no es posible establecer una cronología segura, hay quien retrasa todavía más su construcción, ya en tiempos del principado de Nerva, como si así se hubiera querido idealizar la figura de Tito,
Se constuye el arco en la parte oriental del Foro romano, y se conserva en buen estado después de las restauraciones de Stern y Valadier entre 1805-1822.
Se trata en este caso de un arco sencillo, sobre todo si lo comparamos con los más monumentales que se levantarán después, los de Septimio Severo y Constantino. A pesar de lo cual resulta de gran elegancia y notoriedad, con sus más de 15 metros de altura y su factura en níveo mármol pentélico.
Consta el arco de un amplio podio o zócalo sobre el que se levanta el cuerpo propiamente dicho. Este se divide en tres calles separadas por semicolumnas, dos laterales ciegas y un amplio vano central cubierto por un arco de medio punto, que se prolonga hacia el interior en bóveda de cañón. Como remate se dispone un amplio ático, en cuya parte central se conserva la inscripción original en la que se recuerda que el senado y el pueblo romano dedican el monumento a Tito, hijo de Vespasiano Augusto, por sus campañas en Jerusalén (“El senado y el pueblo de Roma al divino Tito, hijo del divino Vespasianus Augustus”).
Se trata por tanto de un arco de un solo vano, que tiene además la particularidad de disponer capiteles sobre las semicolumnas que utilizan por primera vez el órden compuesto, es decir con las hojas del corintio y las volutas del jónico, moda ésta que se impone a partir de entonces.
Los relieves escultóricos completan la valía artística del monumento, pues responden a la calidad excelsa, característica de los romanos en este tipo de esculturas. En las enjutas se representan sendas Victorias, que se dirigen volando, portadoras de estandartes, a las claves de los arcos, y en dichas claves las representaciones simbólicas de Roma y del Genio del pueblo romano.
En el intradós del arco, decorado con casetones cuadrados, aparece una apoteosis de Tito, arrebatado al cielo por un águila, motivo iconográfico que es el que hace pensar que el arco se terminó muerto ya el emperador.
Los dos grandes frisos laterales de las paredes internas del arco resultan de mayor nivel y realizados probablemente por un taller de más calidad. En un lado se representa a Tito sobre un carro de triunfo, mientras la Victoria corona al héroe. Junto al carro, el Genio del Pueblo romano, y una serie de lictores con sus fasces y coronados de laurel, situados en distrintos planos y consiguiendo un característico efecto de movimiento y profundidad compositiva.
Enfrente el relieve tal vez más conocido, el acarreo de los despojos del Templo judío, que constituirían el preciado botín de esta campaña. También en este caso el sentido bullicioso del movimiento y la complejidad compositiva del relieve, se conjuga con un marcado realismo en los detalles; diversidad de planos y puntos de visión, y un perfecto schiatto, que otorgan a este relieve su merecida fama, por ser uno de los ejemplos más representativos del gran nivel alcanzado por los tallistas romanos.
Tomado de artecreha.
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