En La vocación de San Mateo, Caravaggio inaugura una nueva forma de pintar, un punto de inflexión en su trayectoria artística. Las novedades que incorpora en ella podemos resumirlas en cuatro aspectos:
- el tamaño. La obra es de grandes dimensiones, mide 3,5 x 3,25 m. mucho mayor que las obras de su etapa juvenil.
- el número de figuras. Anteriormente las reducía a una o dos figuras en cada escena, mientras que aquí dispone siete y de tamaño natural.
- la técnica. Por las dimensiones y su ubicación lo lógico hubiera sido optar por el fresco, y en cambio lo pinta al óleo sobre lienzo.
- el tratamiento de la historia. Es lo más novedoso ya que trata una historia sagrada, como si fuera una escena de la vida cotidiana, incluso con cierta sordidez, hasta el punto que bien pudiera confundirse con una escena de jugadores de cartas en una taberna romana. Cristo permanece casi oculto, de no ser por un pequeño resplandor del halo sobre su cabeza, casi imperceptible, que nos permite reconocerlo.
Puede ser que Caravaggio se inspirase para esta composición en un grabado de Holbein de 1545 de su serie La danza de la muerte, muy popular, o en algunas de las versiones que otros artistas hicieron del mismo.
Caravaggio
se inspira también en los maestros del Renacimiento como se aprecia
en el parecido que la mano extendida de Cristo, casi flotando en el aire, con el gesto pintado por Miguel Ángel unos años antes en la Capilla Sixtina al
evocar la creación del hombre. De Leonardo parece acordarse también al decidir
la postura de los personajes alrededor de la mesa, que evocan La última cena,
del Convento de Santa María della Grazie, en Milán.
Creación de Adán, Capilla Sixtina (1510), Miguel Ángel
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