La rendición de Breda, Velázquez (1634-35) óleo sobre lienzo, Museo del Prado
La escenificación que Velázquez
hace en esta obra está inspirada en el teatro, en la obra de Calderón titulada
“El sitio de Breda”, y en concreto, en el pasaje en que Ambrosio de Spínola
dice al recibir las llaves: Justino, yo las
recibo y conozco que valiente sois, que el valor del vencido hace famoso al que
vence.
El centro de la composición está
ocupado por el encuentro de los dos generales y la entrega de las llaves. Este
es el motivo fundamental del cuadro y todos los otros elementos contribuyen a
resaltarlo. El caballo, las lanzas y los grupos de soldados que ocupan el
primer plano sirven como barrera óptica para impedir que la mirada del
espectador se pierda en el fondo de paisaje.
La composición se cierra a la
izquierda por el caballo, que nos da la grupa y nos introduce en el cuadro con
su escorzo, y, a la derecha, por el soldado de espaldas vestido de marrón claro.
Todo esto hace que la mirada se dirija al tema principal, la entrega de las
llaves, que ocupa el centro geométrico del lienzo, en el lugar exacto donde se
cruzan las diagonales.
Además, los brazos de los
generales trazan a su alrededor un círculo oscuro que hace destacar las llaves
sobre la zona luminosa, que se encuentra inmediatamente detrás de ella, y sobre
los uniformes de tonos claros que visten los soldados del segundo plano en contraste
con las gamas de ocres y pardos que dominan el primero. Velázquez pinta al óleo
con la libertad que le caracteriza, dando mayor o menor cantidad de pasta sobre
la tela, en función de sus necesidades y del efecto que quiere conseguir. La técnica
es muy ligera en algunas zonas, como en el joven que sujeta el caballo del
centro, dejando ver por debajo la preparación de la tela. En otras zonas, más
luminosas, como el grupo de soldados vestidos de claro detrás de la llave, es
más empastada.
Las pinceladas son cortas y
producen un efecto brillante en la armadura de Spínola y el traje de Nassau,
los protagonistas; mientras en la grupa del caballo y el hombre de la izquierda
son más largas y uniformes. El paisaje del fondo está hecho a base de colores muy
diluidos y aplicados en toques breves y rápidos. En este cuadro Velázquez, a
diferencia de lo que es habitual en su pintura, utiliza una línea de horizonte
muy elevada - aproximadamente a las tres cuartas partes de la altura de la tela-,
necesaria, en este caso, para hacer visibles las fortificaciones de la ciudad y
los movimientos de las tropas. Se conservan en la Biblioteca Nacional de Madrid
un par de dibujos preparatorios para este cuadro, lo cual no es frecuente en
este pintor, que solía modificar en el lienzo, sobre la marcha, a medida que
iba pintando.
Los dos ejércitos se disponen a
ambos lados. El español con las lanzas dispuestas verticalmente. El holandés
con sus picas en diagonal en actitud de derrota. Obra de absoluta madurez
técnica y conceptual. Logra un equilibrio prodigioso entre la narración y la
realización. Enfrenta a vencedores y vencidos en un mismo plano de dignidad caballeresca.
Se aprecia un espíritu nuevo de captación de la luz y una sutil contraposición de
planos luminosos y coloreados. Ha desaparecido todo recuerdo de la manera caravaggiesca
de tratar el volumen iluminado; la materia se ha hecho impalpable. La sensación
de vida, de vibración de la luz se ha elaborado no por medios táctiles sino visuales.
Se ha suprimido cualquier precisión de contorno, se hace fluida en extremo y comienza
a advertirse que, en ocasiones, los pigmentos no cubren la trama de la tela,
dejando zonas de preparación visibles.
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