Francisco de Zurbarán no era un
erudito ni viajó por Europa, ni conoció la nueva pintura italiana. Se quedó en
Sevilla buscando clientes entre las órdenes monacales donde alcanzó gran éxito.
Su fama comenzó a declinar cuando apareció Murillo en escena viéndose obligado
a trabajar para la nobleza americana y a vivir en sus últimos años con penuria.
Agnus Dei, Zurbarán (16359 óleo sobre tela, Museo del Prado
Como dice Gaya Nuño: “Zurbarán fue un Velázquez sin suegro bien
relacionado, sin amigos poderosos, sin demasiada suerte en la vida.” A
cambio hoy es considerado un adelantado a su tiempo, con gran influencia en la
pintura de Cézanne o Juan Gris.
Cidras, naranjas, taza y rosa, Zurbarán (1633) óleo sobre lienzo Museo Norton Simon (USA)
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