Escuela de Atenas, Rafael. Renacimiento siglo XVI (1509-10). Fresco sobre muro. Estancias Vaticanas. |
A partir de 1508 Rafael se traslada a Roma donde el papa Julio II lo acoge rápidamente y le encarga pintar una serie de habitaciones en el Vaticano, hoy conocidas como estancias de Rafael. Entre 1509 y 1511 pinta al fresco en la sala de la Signatura dos frescos de gran tamaño: la Disputa del Sacramento, la primera en ser terminada, y La Escuela de Atenas, una enfrente de la otra.
En La Escuela de Atenas, Rafael sitúa la escena bajo la gran arquitectura de un edificio abovedado que simula un templo clásico, aunque no de época romana, sino más bien de tipo bramantesco, pues responde a los proyectos que Bramante está realizando en esos mismos momentos en la basílica de san Pedro del Vaticano. Es una arquitectura grandiosa pero sobria en la decoración; se aparta de la arquitectura del XV. Bóvedas de cañón con casetones y espacios abiertos dominan el edificio. Se crea así un singular efecto de perspectiva propia del renacimiento.
Dentro de este templo clásico vemos dos hornacinas que contienen estatuas gigantescas. Una de ellas es Atenea, la diosa de la inteligencia, y la otra Apolo, dios de las artes y de la música. Estos dos dioses, que defienden el templo desde sus nichos, están acompañados de relieves.
Las figuras humanas se sitúan en una escalinata formando dos niveles. Se organizan en grupos diversos presididos por los dos grandes filósofos de la antigüedad. Platón -con la filosofía de las ideas y modelos teóricos-, sostiene en la mano el Timeo y levanta el dedo hacia el cielo. Aristóteles, considerado el padre de la Ciencia-, lleva en la mano Ética para Nicómaco y lanza el brazo hacia adelante con la palma de la mano vuelta hacia el suelo (realismo). Parece como si ambos estuvieran debatiendo sobre la búsqueda de la verdad.
Los dos están colocados en el centro ideal de la perspectiva de toda la composición, encuadrados en el fondo del cielo por el último arco en el que se recortan sus figuras perfectamente. La luz potente sirve para acentuar la fortaleza de la construcción. Los colores que utiliza son muy variados, con brillantes tonalidades con los que refuerza la personalidad de las figuras y la variedad y monumentalidad del conjunto.
Los dos personajes dialogan y avanzan ante un grupo de figuras que hacen de pasillo. Las diversas escenas que se forman con cada grupo están dotadas de variedad de gestos, expresiones o movimientos de las figuras. Se crea así un conjunto dotado de enorme gracia y vitalidad. Esto indica que Rafael debía de haber visto ya la Bóveda Sixtina, a punto entonces de finalizarse.
Utiliza figuras de personajes importantes en la antigüedad por su aportación en el campo del pensamiento, de las ciencias o de las matemáticas, pero representados con rostros de contemporáneos de Rafael. Esto es también un rasgo de modernidad. De esta forma se quiere subrayar la idea de continuidad entre el presente renacentista y el mundo clásico antiguo, una continuidad que tiene como protagonista al hombre.
Rafael lleva a la práctica en esta obra un concepto muy renacentista: la obra artística, además de ser una bella y buena obra de arte, debe ser todo un discurso mental, no sólo traducido de forma visible en el fresco, sino también como búsqueda de la "idea". Por eso se ha querido ver en esta pintura una representación de las siete artes liberales, disciplinas que componían el "Trivium" y "Quadrivium", organizadas en torno a los personajes representados. En el primer plano, a la izquierda: Gramática, Aritmética y Música, a la derecha: Geometría y Astronomía y en lo alto de la escalinata Retórica y Dialéctica. Bastantes personajes han sido identificados. Además, como rasgo de modernidad que ya hemos comentado, Rafael se ha atrevido a poner a los diferentes personajes rostros de hombres contemporáneos. En el caso de Platón parece que está representado por el rostro de Leonardo da Vinci. Sobre la escalinata ha situado a Heráclito recostado sobre un bloque de mármol, al que ha puesto el rostro de Miguel Ángel por modelo, tal vez como homenaje a la decoración realizada en la Sixtina. Un poquito más arriba, también en la escalinata está Diógenes echado sobre las escaleras. El propio Rafael está representado a nuestra derecha. Hay bastantes páginas en las que podrá encontrar quienes son otros personajes, pero creo que no merece la pena para poder entender el sentido de la pintura.
Finalmente, esta obra cobra todo su sentido si la analizamos conjuntamente con el otro gran fresco, La Disputa del Sacramento, que se encuentra en esta sala justo enfrente. Si en la Escuela de Atenas se celebra la investigación racional de la verdad, en la Disputa (diálogo) sobre el sacramento de la Eucaristía se exalta la verdad revelada. Este paralelismo entre la idea del templo cristiano (de la fe) y la del templo de la filosofía (razón) es llevar al cuadro la idea neoplatónica ya adelantada por Marsilio Ficino.
Con esta imagen, Rafael demuestra la superación definitiva de los modelos florentinos iniciando su floreciente periodo romano. Es una obra cumbre del Renacimiento por su valor artístico y simbólico.
En observatorio.
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