Analizan expertos la creación artística

31.5.12

Frescos de la Capilla Sixtina


Creación de Adán,  Miguel Ángel, 1508-1511, fresco de la Capilla Sixtina Renacimiento. 

En 1508 el Papa Julio II encarga a Miguel Ángel pintar la bóveda de la Capilla Sixtina, construcción próxima a san Pedro del Vaticano.
Esta escena recoge el momento de la creación del hombre por la fuerza de la energía de Dios. Con una mentalidad neoplatónica, más que crearlo dota al hombre de vida a través del contacto de los dedos. No hay prácticamente paisaje, con lo que las figuras destacan por su monumentalidad.
Dios está antropomorfizado y representado com una persona mayor con larga y cana barba. Va acompañado de un séquito de ángeles. La impresión que recibe el espectador es que Dios llega con toda su energía a realizar la creación del hombre.
Adán está recostado lánguidamente sobre un prado verde. Una actitud de indolencia que contrasta con el energía de Dios. ¿No estaría aquí recogiendo Miguel Ángel la idea platónica de lo que cuesta al alma, feliz en la contemplación de las ideas, despertar a este mundo sensible?
La valoración del desnudo como forma de belleza en el Renacimiento es algo ya usual. Pero Miguel Ángel dota a sus desnudos de una musculatura impresionante. La musculatura que apreciamos en sus esculturas la vemos ahora en Adán; es la terribilitá propia del pintor, la energía interior de las figuras que se manifiesta al exterior de esta forma.
El fuerte claroscuro que conforma la figura del Adán, el nuevo colorido y las actitudes con escorzos novedosos nos hablan de que Miguel Ángel ha entrado ya en una fase manierista: pinta a su manera personal, superando cualquier dificultad que la obra de arte le presente.
Al igual que las demás figuras de la bóveda, está pintada al fresco. Parece ser que empleó catorce jornadas o momento de pintura para realizar esta maravilla. Es, tal vez, la escena más conocida de la bóveda de la Sixtina.
Miguel Ángel, cuando representó a un Adán de extraordinaria belleza y con el cuerpo musculoso, como la creación del hombre perfecto, estaría pensando que este hombre, que caerá en el pecado, será rescatado por Jesús, el que será el nuevo Adán.
Juicio Final, Miguel Ángel  1536-1541, fresco de la Capilla Sixtina
En 1535 el Papa Paulo III encomienda a Miguel Ángel que pinte el testero de la capilla Sixtina; en 1541 el impresionante conjunto mural pintado al fresco está terminado.
El tema del juicio final fue sugerido por el Papa, según parece. Pero en todo cado sería, dada la mentalidad de Miguel Ángel, un digno remate a lo que había pintado años antes en la bóveda de la misma capilla. Dios crea el mundo y crea al hombre, pero éste peca. Ahora se trata de terminar el mensaje: y a este hombre creado por Dios le espera el juicio al final de los tiempos.
Para indicar la grandeza del momento hace una figuras con escorzos muy atrevidos, con una musculatura impresionante en personas que no realizan ejercicio físico alguno. La tensión del momento es suficiente para que la terribilitá, ese mundo interior dinámico que aparece en las figuras de Miguel Ángel,sea notorio.
El tema está, posiblemente, tomado de pasajes bíblicos del profeta Ezequiel, del Apocalpisis y de la Divina comedia de Dante.
En el centro de la pared está representada la figura grandiosa de Cristo, como un Júpiter tonante, que con su actitud de energía y la mano alzada, impone un termor sagrado a los que están a su lado.
Alrededor de esta figura hay un círculo con figuras de apóstoles, santos y santas, vírgenes y mártires. Entre esas figuras destaca la Virgen María, la madre del Juez, san Pedro con las llaves, san Lorenzo con la parrilla y san Bartolomé con la piel de su cuerpo en la mano (en cuyo interior aparece el retrato del propio Miguel Ángel).
Un segundo círculo rodea a este primero. A la izquierda, en la parte inferior, los muertos salen de su tumban y suben al cielo, pero a la izquierda, los condenados caen hacia el infierno, donde Caronte les espera para meterlos en el infierno.
En la parte central inferior los ángeles trompeteros llaman a juicio a los hombres.
En la parte superior, en los dos lunetos, hay ángeles con intrumentos de la pasión de Cristo (clavos, columna de azotes, cruz, corona de espinas), atributos que permiten a Cristo juzgar a la humanidad.
No hay paisaje ni perspectiva en profundidad, así no pierde un ápice de intensidad lo que se quiere representar. Las figuras sobresalen sobre el azul del cielo que tienen a sus espaldas. Los colores que emplea Miguel Ángel son contrastados, limpios, manieristas, alejados de los suaves y empastados colores renacentistas.
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