Analizan expertos la creación artística

4.6.12

Huida de Egipto


Huida a Egipto, Giotto Gótico Italiano  Trecento. Siglo XIV. Fresco sobre muro en la Capilla Scrovegni, Padua

Dos escuelas pictóricas destacan durante el Trecento italiano (siglo XIV); una está en torno a la ciudad de Florencia y la otra en torno a la de Siena. Giotto es el máximo representante de la escuela florentina. Forma parte de los llamados Primitivos italianos por la aportación que ofrece a la nueva pintura.
La escena recoge el pasaje del evangelio de Mateo en el que la sagrada familia, José, María y Jesús, después de la visita de los Magos llegados de Oriente, tienen que marchar a Egipto ante el temor de que Herodes mate al niño.
Se lee en san Mateo, 2,13-14: "Apenas se marcharon [los reyes venidos de oriente], el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: Levántate, coge al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta nuevo aviso, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo. José se levantó, cogió al niño y a su madre de noche, se fue a Egipto y se quedó allí hasta la muerte de Herodes. Así se cumplió lo que dijo el Señor por el profeta: Llamé a mi hijo para que saliera de Egipto".
Está realizado en una capilla privada de Padua, una fundación de carácter funerario de Enrico Scrovegni, un rico burgués de la ciudad. Aquí pintó Giotto la serie de la vida de la Virgen y de Cristo, y esta una de más de las escenas que aquí se contempla.
Es una obra en la que se observa la madurez artística del pintor y la aportación que supone para la pintura renacentista italiana. No en vano Giotto forma parte de los llamados Primitivos italianos, precisamente por esa aportación a la nueva pintura. En esta obra se aprecia el alejamiento de las influencias de la pintura bizantina que la pintura italiana tenía hasta estos momentos.
Se elimina la postura frontal y se adoptan otras en las que las personas aparecen de espaldas o de perfil. No aparece el fondo dorado, sino que paisaje montañoso y agreste, más realista. La gama cromática también se enriquece. Por supuesto que las figuras ya no son hieráticas, sino que adquieren mayor viveza y expresividad; la comunicación entre ellas es evidente.
La perspectiva oblicua empieza a hacerse notar, y desaparecen las líneas horizontales o verticales. Basta ver el ángel, con un escorzo fuerte. El naturalismo del gótico se aprecia en los vestidos, ligeros, naturales, en los que desaparecen las líneas doradas. La sensación de movimiento está conseguida gracias a pequeños detalles. Enumero algunos: las patas delanteras del asno, la mirada hacia atrás de San José, la línea del camino que hace juego con la falda de la montaña, el ángel que muestra el camino y la mirada de María hacia lo lejos. La figura de María con el niño forma un triángulo que es acentuado por la montaña que está detrás de ellos.
Es cierto que todavía el paisaje no está bien integrado con las personas, o que, como en este caso, es muy sumario, pero los nuevos valores de la pintura de Giotto, volumen de las figuras e importancia de la luz para modelar las figuras con un sencillo pero eficiente claroscuro, abren las puertas a la pintura del quatrocento italiano.
Para ver el Llanto sobre el Cristo muerto en Observatorio.

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