Analizan expertos la creación artística

6.6.12

Mosaico de Teodora

Mosaico de Teodora y su séquito, San Vital de Rávena (Italia). Arte bizantino, siglo VI. 
Los mosaicos Justiano y su séquito y Teodora y su séquito forman parte del programa iconográfico de la iglesia San Vital de Rávena. El Exarcado de Rávena, término que significa territorio fuera del imperio de Oriente, estuvo bajo el dominio de Justiniano. Aquí se levanta la iglesia de San Vital de planta central y en ella tienen cabida estos dos mosaicos junto con otros elementos decorativos. En ambos se mantiene la tradición del mosaico romano –opus tessellatum que se emplea para perfilar las vestimentas, los rostros, los contornos y el opus vermiculatum que se usa en la superficies - pero eligiendo como tema el emperador y la emperatriz. En el primero junto al emperador están su guardia, un alto funcionario, su general Belisario, Juliano Argentario, el arzobispo Maximiano identificado por el palio, banda blanca que pende sobre la túnica o casulla que en la actualidad portan todos los arzobispos cuando celebran una misa de pontifical; a la derecha cargos eclesiásticos. En el mosaico que se encuentra ubicado frente al de Justiniano está otro, el de la emperatriz con miembros de la corte –eunucos-, Antonio, Juana, doncellas. Se ha optado por una composición en formato apaisado, en un registro horizontal por lo que se potencia las figuras del emperador y de la emperatriz; no obstante el artista ha desplazado la ubicación de ambos dentro del conjunto compositivo; no hay una línea mediatriz, no hay eje que permita hablar de compensación de masas pero si hay una relevante presencia, la de los emperadores; por cierto de ella se dice que su procedencia era del mundo de la prostitución. El marco compositivo en el mosaico de la izquierda es un habitación de la que vemos las paredes laterales poco desarrolladas y el fondo con un color amarillento que recuerda a los fondos de pan de oro tan típicos del mundo bizantino. No hay profundidad en el sentido estricto, no hay perspectiva pero si hay un marco en forma de “U”, una “U” cuyos grafos laterales son cortos y el fondo amplio porque ese fondo neutro interrumpido por la decoración de las jambas laterales es el escenario para colocar a todos los personajes; incluso se puede atisbar un tratamiento de la perspectiva invertida a través de la disposición de los pies y del suelo que pisan los retratados. En el mosaico de la derecha el fondo no es neutro, es arquitectónico pues deducimos una exedra en la que se enmarca la figura  de la emperatriz y eunucos. A la izquierda de Teodora participan sus doncellas en otra estancia con un cortinaje policromado que pende del techo. Finalmente una puerta abierta de la que pende un cortinaje que muestra una tela rica deja ver un fondo oscuro, es el espacio exterior que imaginamos oscuro frente al espacio interior iluminado en el que se desarrolla la escena. En ambas composiciones se ve la isocefalia pero tampoco hay una rígida ley de adaptación al marco.  Este esquema compositivo no es original porque puede recordarnos al desfile cívico-religioso de las Panateneas y un poco más cerca de los relieves del Ara Pacis en el que se retratan a Augusto, a la familia imperial, representantes de la clase política….Bizancio no hace ni más ni menos que beber en el pasado clásico que aún permanece cercano en el tiempo. Aquí se trata de glorificar al nuevo augusto, el emperador Justiniano.

El tratamiento de los personajes es diferente pues tanto Justiniano como Teodoro son dos auténticos retratos que el autor pudo plasmar a través de cartones traídos de Constantinopla porque el emperador no estuvo nunca en Rávena; de igual modo podemos decir del arzobispo que puede considerarse un retrato y también los personajes que gozan de cierta relevancia pero las doncellas, los clérigos, la guardia imperial no puede considerarse como un retrato ya que responden a la reproducción de un arquetipo. Todos los personajes llevan vestiduras propias de la época y en las vestiduras pueden verse distintas tonalidades con la finalidad de crear volumen pero no lo consigue porque los cuerpos, los rostros son planos. Esos tonos más intensos o más suaves serían consecuencia de la incidencia de la luz en las vestimentas en función de los plegados pero la luz es irreal, no hay un foco tangible, se deduce por los cambios de tonalidad del color. Las vestimentas del emperador, emperatriz, del arzobispo….son ricas frente al atuendo de los personajes que podemos considerar anónimos ya que son más humildes. Es en los personajes que consideramos importantes donde el artista muestra el gusto por la riqueza, la suntuosidad, el detalle, el virtuosismo; por ejemplo se ve en la pedrería, los anillos, brazaletes, suntuosas cortinas y túnicas…en el bordado de los Reyes Magos en la túnica de la emperatriz. La finalidad es potenciar la imagen de Justiniano y Teodora, el poder que tienen. En ambos personajes sus cabezas aparecen rodeadas de un mimbo. La presencia del mimbo tiene su origen en imágenes paganas, en el propio Zeus, que luego el cristianismo adopta para la representación de los santos, la Virgen y Dios. El hecho de aparecer dos personajes, el emperador y la emperatriz, con este atuendo nos hace pensar en la sacralización del poder, la cercanía entre el poder temporal y el poder espiritual. Todo el conjunto se concibe a partir de una serie de rasgos que van a ser característicos en Bizancio, la frontalidad, el hieratismo, la rigidez para expresar el poder que encarna el soberano y eso se hará tanto para presentar la imagen de Dios como la del emperador. 
El tema compuesto por ambos mosaicos tiene una aire procesional pues no se puede comprender sin la referencia a la cuenca del ábside donde está la representación de lo divino. Los mosaicos muestran elementos religiosos: la patena, el cáliz, el incensario o turiferario, el crismón en el escudo, la fuente o pila de agua, el misal, la cruz….que el emperador entrega en el año 547 al arzobispo. Todo está supeditado a lo divino y de ahí la relación cordial entre el emperador y el arzobispo. El poder político en los inicios de la Alta Edad Media y a lo largo de todo el período medieval necesita de una institución universal como la Iglesia para tener el reconocimiento oficial. Justiniano no iba a ser menos. Justiniano esperaba ser considerado como el decimotercero apóstol, encargado de hacer triunfar el reino Cristiano en la tierra

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