Analizan expertos la creación artística

7.6.12

Última cena


Última cena, Leonardo da Vinci (1495.97) Temple y óleo sobre yeso.

Esta pintura mural se encuentra en el refectorio (comedor) del convento de los dominicos de Santa Maria de las Gracias, en Milán. fue realizada a finales del siglo XV, en pleno Renacimiento. Para no tener que trabajar con la premura que exige la pintura al fresco, Leonardo empleó un sistema novedoso y experimental de pintura al óleo sobre yeso fresco; así podía ir más despacio y repintar lo que le interesara. Esta novedad técnica, experimental, no dio resultado, y al poco tiempo la pintura empezó a resentirse. La sucesivas restauraciones y arreglos no han mejorado la situación. Parece que la última realizada en el siglo XX servirá para preservar lo que queda de la pintura. En 1726 se abrió una puerta en la pared con lo que se cortaron los pies a varias figuras.
Leonardo simula que la escena ocurre en una habitación que continúa la arquitectura del refectorio. Es un ejemplo magnífico de perspectiva lineal renacentista; las líneas de fuga confluyen todas en la cabeza de Cristo. La escena tiene un esquema totalmente clásico, pero muy estudiado. En el centro, haciendo de eje de simetría, Jesús, que además forma un triángulo con sus brazos abiertos. A derecha e izquierda, dos grupos de tres apóstoles, compensando perfectamente las masas de ambos lados. Pero las manos y las miradas hacen todas ellas relación al centro, a Jesús, con lo que la unidad del cuadro y la conexión entre los grupos, está asegurada.
El tema hace referecia al anuncio de que alguien del grupo le va a traicionar, y no al que es más tradicional, el momento en que Jesús instituye la Eucarístia. En Juan 13,21-27 se lee: "Dicho esto, Jesús, estremeciéndose, declaró: Sí, os aseguro que uno de vosotros me va a entregar. Los discípulos se miraban unos a otros sin poderse explicar por quién lo decía. Uno de sus discípulos estaba reclinado inmediato a Jesús; era el predilecto de Jesús. Simón Pedro le hizo señas de que averiguase por quién podría decirlo. Reclinándose entonces sin más sobre el pecho de Jesús, le preguntó: Señor, ¿quién es? Jesús contestó: Es aquel para quien yo voy a mojar el trozo y a quien se lo voy a dar. Mojando, pues, el trozo, se lo dio a Judas de Simón Iscariote. Y en cuanto recibió el trozo, entró en él Satanás. Por eso le dijo Jesús: Lo que vas a hacer hazlo pronto."
Estupor, incredulidad, duda aparecen en los rostros de los discípulos. Leonardo deja a Cristo aislado en el centro de la mesa y del cuadro, con la figura en contraluz, recortada entre la ventana del fondo. La soledad se aprecia, pero también la serenidad en un momento tan trágico como puede ser una traición. Los discípulos, agrupados de tres en tres, comentan entre ellos la situación, y tratan de saber quién es el traidor.
Los rostros y las manos nos llevan hacia el centro del cuadro de nuevo. Y es que Cristo es el centro del cuadro, tanto desde el punto de vista teológico como compositivo.

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